viernes, 25 de marzo de 2011

Día de Grandes, Medianos y Pequeños Errores en Buenos Aires.

Ya tengo casi 30 años y, sin embargo, la gente me trata como una especie de niño alienígena que no entiende la conducta humana.  No digo que no tengan razón: sigo cometiendo los mismos errores.  Sigo entregando notas enigmáticas a las chicas que me interesan (cuando sé - ¡lo sé! -  que las notas y cartas implican cierta intimidad, como si leer una carta fuera pedir un minuto a solas con alguien), sigo siendo terco hasta las últimas instancias del "¡déjame en paz!", sigo siendo más intenso que paciente.

No es ignorancia.  Es terquedad.  Es una búsqueda triste de alguien que sepa recibir la madeja de mi pasión para desenredarla y volverla un hilo conductor.  ¿No me pasó hace ya varios años?  ¿No me pasó cuando escribí sobre mi ruptura con Natasha?  ¿No me pasó cuando escribí un post desafortunado en el que pedía un intercambio de piropos guarros?  Me pasó, me sigue pasando.  Cada vez que abro la boca es para decir alguna estupidez.  El eterno imprudente, con la frase "Fue más chistoso cuando lo pensé" en la punta de la lengua.

La verdad, tengo cada vez menos paciencia para explicarme.  Y eso que, creo, me he vuelto un poco menos complicado.

Sigo cometiendo los mismos errores.  Muchas veces, lo hago deliberadamente.  Es una esperanza débil de encontrar a alguien que no me pida justificarme, moderarme, bajarme el volúmen, cambiar, sonreír cuando no quiero sonnreír o ser serio cuando no encuentro la solemnidad en una situación.  "Pataleta de ahogado", creo que se le dice a esa clase de desespero.  "Llamar la atención", como se suele conocer al gravísimo crímen de la extravagancia.  "Ser irreverente", como más de un amigo llama sarcásticamente a la incongruencia ente lo que se sabe y lo que se hace.

 De nuevo (el eterno problema de Juan Herrera): no se trata de sexo.  El sexo siempre ha sido una metáfora de la intimidad para mi.  La proverbial cama vacía es una vida en la que las noches no tienen más interlocutor que mi presencia web.  El cuarto, el cuerpo, los besos, las caricias son la implicación y no el hecho.  La aventura no es la aventura furtiva sino la aventura de emprender algo con alguien.  Cada cosa, cada disparate es eso, pero también es muchísimo más.  El sexo siempre va a ser algo más que sexo para mí.  Es, al menos, un idioma que se habla cuando no se quiere estar solo, cuando no se quiere confrontar la mortalidad propia o cuando se quiere saltar a un abismo de la mano de alguien.

Estoy en una tierra que aún no acabo de conocer, en el Status Quo más deprimente de los últimos 20 años (muerte de la cultura popular, tendencia a la derecha en América Latina, auge y loas a la idiotez colectiva...), a punto de cumplir 30 años, sin mis amigos y sin el aliciente de una pareja que haga de esto un proceso más llevadero. Este es un país burocrático donde las diligencias dan tiempo para pensar mucho.  Pienso en todo lo que extraño (y solo llevo un poco menos de dos semanas...), pienso en el presente (que cada vez entiendo menos), en la gente que me rodea....

Me siento solo.  Ese es todo el problema. 

martes, 8 de marzo de 2011

Elegir

Elegí decir lo que pienso. Decirlo o escribirlo: trato de no dibujar esa línea.  Muchas veces lo hago donde nadie puede escucharme o leerme.  Tengo una colección de ideas que van a ser buenas cuando sean póstumas.  Por ahora son ideas en estado larval.  Durante mucho tiempo evité decir o escribir algo porque terminaba en peleas que solo se ganan o se pierden por fatiga.  Si es aburrido, es cierto.

¿Cuándo pasé de la lírica a la retórica?  Era mucho más feliz cuando era irresponsable de todo lo que escribía en otros blogs. Siento que mido mis palabras más, que elijo con ojo de sastre a mis enemigos.  Llegó un punto en el que escribía para explicar por qué escribía lo que escribía.  Joyce se podía dar el lujo de tener diccionarios para el Ulises.  Creo que es mejor darle un poco más de crédito a quienes leen lo que escribo.

Elegí no buscarla en Argentina.  Hace poco me enteré de que vivía allá, que tiene su novio allá (posiblemente vive con él).  Ya tuve la oportunidad de estar en su vida y fui increíblemente torpe.  Lo mejor es que sigamos manteniendo esta cordial distancia.  Tal vez no llegue a amar a nadie más de esa forma (partes iguales de ternura, obsesión y deseo).  Es mejor así.  Me queda muy poco corazón para quien venga a mi vida.

Elegí dejar de fumar.  Por si acaso, elegí perdonarme si recaigo.

Elegí trotar una hora diaria.  No pensé que fuera posible pero lo logré.  Eso quiere decir que estoy en el mejor estado físico de mi vida.  Todavía no me veo atlético cuando troto.  Nada de imágenes de una sombra que parte las aguas a su paso... pero es un comienzo.

Elegí a mis amigos.  Contados con una sola mano los mejores.

Elegí "Prince Charming" de Adam Ant como la canción que voy a escuchar en mi cabeza cada vez que una voz (ESA voz) me diga que estoy siendo "muy ridículo", "muy afectado", "demasiado dramático", "tomándome muy a pecho", "dándole importancia a maricadas", "haciendo una tormenta en un vaso de agua", etc...

"don't you ever, don't you ever
lower yourself, forgetting all your standards
don't you ever, don't you ever
lower yourself, forgetting all your standards

Prince Charming

Prince Charming
ridicule is nothing to be scared of
don't you ever, don't you ever
stop being dandy, showing me you're handsome"



Y, finalmente, elegí no volver a escribir estos posts de autoafirmación a partir de hoy.